martes, 5 de agosto de 2008

Literatura infantil

Escribimos para niños y vamos sembrando, colocamos en sus almas las palabras mientras la sonrisa aflora a sus mejillas; como el campesino cuando coloca la semilla y la abona con amor y esperanza y se regocija luego, cuando ve crecer la planta; por si misma, libre y a su propio ritmo.

Nos regocijamos al escribir para niños porque tambien estamos sembrando. Con suerte, Dios nos regalará la lluvia y el sol de nuestros antepasados, y algun día cosecharemos el fruto cuando veamos un adulto que desde su posicion de padre o de maestro quiera como nosotros: seguir sembrando.
Aqui va pues un par de textos para niños:

















YO SE QUE ESTÁS CONMIGO
(Eliana Argote)

Yo se que estás conmigo
y con tus dulces ojos me miras,
Padre nuestro que estás en el cielo,
en mi pecho y en mi almohadita.

Yo sé que un beso me has dado,
con los labios de mi mamita
y tu abrazo me ha arropado,
con el calor de mi frazadita.

Y se que me has escuchado,
aunque mi voz estuvo callada
y desde arriba me has contestado,
con el guiño de una estrellita.

Por eso voy a cerrar los ojos
y a abrazar mi almohada zurcida
que has llenado para mí de sueños
con las puntadas de mi abuelita.












VERDORES Y VERDURAS
(Eliana Argote)



Redondos y colorados los tomatitos saltaban, en el cesto de las verduras, junto a las papas blancas.
Más allá, junto a las cebollas, dos limoncitos lloraban y secando sus ojos decían:
-Ponte más allacito… por favor, que no me agradas.

Y el brócoli que ocupaba casi toda la canasta, quietecito y en silencio, casi no respiraba.

Pero unas manos amorosas los sacaron con cuidado:
-Calma, calma amiguitos, están todos apachurrados.

Y así fueron trasladados, luego de un fresco baño, a la espaciosa alacena de acuerdo a su tamaño.

Los tomates orgullosos su rojo vistoso lucían
-¡Somos deliciosos! –decían -entre todos nos prefieren.
Y las cebollas violáceas
-Ja, ja, ja – presumían -últimos son siempre primeros ¡Somos indispensables!

Mas allá las papas blancas cantaban divertidas:
-en puré o crocantitas ¡somos insuperables!

Y los limoncitos verdes, juguetones se burlaban:
-somos limonada frozen; somos cebiche, jo, jo; ¡No diremos más nada!

Y el brócoli entristecido sus ramitas verdes doblaba
-a mi nadie me busca, creen que no soy rico en nada.

Y así en plena reflexión, una dulce voz habló, mientras todos escuchaban:
-¿Qué pondré en mi mesa hoy? -la voz se preguntaba.

Entonces todos saltaron tratando de ser descubiertos, luciendo sus colores y haciendo mil aspavientos.

Y la dulce voz sentenció cogiendo al brócoli sorprendido:
-Haré algo fresco y divertido: Una deliciosa ensalada.

El brócoli sonrió estirando todas sus ramitas y se dio tal sacudón, que a todos cubrió de gotitas.




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