Escribimos para niños y vamos sembrando, colocamos en sus almas las palabras mientras la sonrisa aflora a sus mejillas; como el campesino cuando coloca la semilla y la abona con amor y esperanza y se regocija luego, cuando ve crecer la planta; por si misma, libre y a su propio ritmo.
Nos regocijamos al escribir para niños porque tambien estamos sembrando. Con suerte, Dios nos regalará la lluvia y el sol de nuestros antepasados, y algun día cosecharemos el fruto cuando veamos un adulto que desde su posicion de padre o de maestro quiera como nosotros: seguir sembrando.
Aqui va pues un par de textos para niños:
YO SE QUE ESTÁS CONMIGO
(Eliana Argote)
Yo se que estás conmigo
y con tus dulces ojos me miras,
Padre nuestro que estás en el cielo,
en mi pecho y en mi almohadita.
Yo sé que un beso me has dado,
con los labios de mi mamita
y tu abrazo me ha arropado,
con el calor de mi frazadita.
Y se que me has escuchado,
aunque mi voz estuvo callada
y desde arriba me has contestado,
con el guiño de una estrellita.
Por eso voy a cerrar los ojos
y a abrazar mi almohada zurcida
que has llenado para mí de sueños
con las puntadas de mi abuelita.
(Eliana Argote)
Yo se que estás conmigo
y con tus dulces ojos me miras,
Padre nuestro que estás en el cielo,
en mi pecho y en mi almohadita.
Yo sé que un beso me has dado,
con los labios de mi mamita
y tu abrazo me ha arropado,
con el calor de mi frazadita.
Y se que me has escuchado,
aunque mi voz estuvo callada
y desde arriba me has contestado,
con el guiño de una estrellita.
Por eso voy a cerrar los ojos
y a abrazar mi almohada zurcida
que has llenado para mí de sueños
con las puntadas de mi abuelita.
VERDORES Y VERDURAS
(Eliana Argote)
(Eliana Argote)
Redondos y colorados los tomatitos saltaban, en el cesto de las verduras, junto a las papas blancas.
Más allá, junto a las cebollas, dos limoncitos lloraban y secando sus ojos decían:
-Ponte más allacito… por favor, que no me agradas.
Y el brócoli que ocupaba casi toda la canasta, quietecito y en silencio, casi no respiraba.
Pero unas manos amorosas los sacaron con cuidado:
-Calma, calma amiguitos, están todos apachurrados.
Y así fueron trasladados, luego de un fresco baño, a la espaciosa alacena de acuerdo a su tamaño.
Los tomates orgullosos su rojo vistoso lucían
-¡Somos deliciosos! –decían -entre todos nos prefieren.
Y las cebollas violáceas
-Ja, ja, ja – presumían -últimos son siempre primeros ¡Somos indispensables!
Mas allá las papas blancas cantaban divertidas:
-en puré o crocantitas ¡somos insuperables!
Y los limoncitos verdes, juguetones se burlaban:
-somos limonada frozen; somos cebiche, jo, jo; ¡No diremos más nada!
Y el brócoli entristecido sus ramitas verdes doblaba
-a mi nadie me busca, creen que no soy rico en nada.
Y así en plena reflexión, una dulce voz habló, mientras todos escuchaban:
-¿Qué pondré en mi mesa hoy? -la voz se preguntaba.
Entonces todos saltaron tratando de ser descubiertos, luciendo sus colores y haciendo mil aspavientos.
Y la dulce voz sentenció cogiendo al brócoli sorprendido:
-Haré algo fresco y divertido: Una deliciosa ensalada.
El brócoli sonrió estirando todas sus ramitas y se dio tal sacudón, que a todos cubrió de gotitas.
Más allá, junto a las cebollas, dos limoncitos lloraban y secando sus ojos decían:
-Ponte más allacito… por favor, que no me agradas.
Y el brócoli que ocupaba casi toda la canasta, quietecito y en silencio, casi no respiraba.
Pero unas manos amorosas los sacaron con cuidado:
-Calma, calma amiguitos, están todos apachurrados.
Y así fueron trasladados, luego de un fresco baño, a la espaciosa alacena de acuerdo a su tamaño.
Los tomates orgullosos su rojo vistoso lucían
-¡Somos deliciosos! –decían -entre todos nos prefieren.
Y las cebollas violáceas
-Ja, ja, ja – presumían -últimos son siempre primeros ¡Somos indispensables!
Mas allá las papas blancas cantaban divertidas:
-en puré o crocantitas ¡somos insuperables!
Y los limoncitos verdes, juguetones se burlaban:
-somos limonada frozen; somos cebiche, jo, jo; ¡No diremos más nada!
Y el brócoli entristecido sus ramitas verdes doblaba
-a mi nadie me busca, creen que no soy rico en nada.
Y así en plena reflexión, una dulce voz habló, mientras todos escuchaban:
-¿Qué pondré en mi mesa hoy? -la voz se preguntaba.
Entonces todos saltaron tratando de ser descubiertos, luciendo sus colores y haciendo mil aspavientos.
Y la dulce voz sentenció cogiendo al brócoli sorprendido:
-Haré algo fresco y divertido: Una deliciosa ensalada.
El brócoli sonrió estirando todas sus ramitas y se dio tal sacudón, que a todos cubrió de gotitas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario